Rodrigo Flores Yamasato | La distancia es silencio

Una distancia cada vez menor, pero siempre con una intención. Salir a buscar, a pensar, pero ¿a dónde?. Un subir y una cordillera. Yo te encontré, o quizás tú a mí. La escalera larga, los ruidos en el suelo. También en el cielo, y en el viento.

Una búsqueda que continúa. Aparecen dos perdidos y tres nombres, todos cumbaza. Un intercambio y una admiración. Cacatachi o Pamashto. Yumbilla o Huacamaillo. O todos.

Conocer el fundamento. Entender el actuar. Conocer, también reconocer. Escuchar lo que está alrededor. Parece lejos, pero está cerca. Otra vez la búsqueda, pero esta vez repleta de confusión. Un interés que se calmó.

En Santa Ana, al costado de Luya Urco,  un barrer, un detenimiento también. Un compartir y una estadía cautivadora.  Un consuelo, y una Consuelo que sonríe. Tu sangre de grado y tu cariño sólido y expectante. Solo fueron unos segundos, pero segundos que se escaparon del tiempo.

Un color y muchas sensaciones.  Los demás me esperan más allá.  Yo, un mar de soledades. O un río.  Los dos solos, un paisaje.  Una liviandad, una fortaleza.

Por que naufraga lo esencial, lo que nos moviliza, lo que hace crujir el alma. Quizás si se halla la atención aparecen los instantes. Quizás se retrocede. O se invade. O nos invadimos.   Porque si buscamos en el infinito algo debemos encontrar.

La distancia es silencio,  pero quizás también amor.